Son cada vez más los Uruguayos que dan el paso hacia la clase media, la franja de mayor población y un porcentaje de ellos se ven afectados por este flajelo conocido como “el Síndrome de Doña Florinda”.
Esta condición ha sido motivo de estudio en varias partes del mundo, pero recién en el año 2014 el escritor argentino Rafael Ton, la define de esta manera tan particular. El padecimiento no solo afecta a la persona, sino a su entorno cercano y a la sociedad toda.
Si recordamos aquel personaje del entrañable programa televisivo "El Chavo del 8", Doña Florinda era la que pagaba la renta a tiempo y siempre tenía un peso en el monedero para los caprichos de Quico, se comportaba como si fuera de una clase social superior al resto de sus vecinos pobres, pero sin embargo comparten la misma vecindad, con los pobres. Los Florindos y Florindas de hoy, sufren de un transtorno del carácter y de la percepción de si mismos y su realidad, similar al de Doña Florinda, colocándose en un podio imaginario desde donde miran con recelo, precaución y hasta con miedo a los pobres, a los que no dieron el paso, y admiran a los ricos o a sus riquezas. No está claro si los “portadores” tienen conciencia de su extraño comportamiento o es un cambio imperceptible para ellos .
Las consecuencias para la sociedad son gravísimas. Este grupo, que son personas de bien, de trabajo, que con los frutos de su esfuerzo sumado a las condiciones favorables del Uruguay de los últimos tiempos, han logrado acceder a una mejor calidad de vida, adquirieron alguna propiedad y se desplazan en su auto, quizás se cambiaron de barrio y salen de vaciones, cuando están afectados por el síndrome, fomentan directa o indirectamente una gran fragmentación social. Se empeñan en mantener y aumentar la distancia con los pobres, a quienes les adjudican la responsabilidad por no progresar, como lo hicieron ellos, los califican de vagos, pichis, planchas, incompetentes, irresponsables, faltos de capacidades, faltos de inteligencia, de sentido común, de voluntad , de cultura , de valores y de integridad; entienden que el consumo problemático de estupefacientes y alcohol les es propio. Asumen que son los que cometen delitos, olvidándose por ejemplo de las estafas o la corrupción, delitos propios de la clase que admiran. Se esfuerzan y gastan dinero para evitar que sus hijos se relacionen o formen pareja con los pobres. Son los que están en contra de las políticas públicas favorables a los pobres, porque no se lo merecen, porque sienten que no hacen los esfuerzos necesarios para obtener algun beneficio, a diferencia de ellos. Son capaces de decir que las mujeres se embarazan para acceder a un plan social, o a una cuota de asignación familiar. Los que, si pudieran, construirían un muro. Son las personas que se sienten inseguros, que sienten mucho temor por ser víctimas de hechos delictivos hacia sus bienes materiales, son los que piden mano dura, cadena perpetua, pena de muerte, bajar la edad de imputabilidad, rifle sanitario, penas más severas, cárcel y trabajos forzados, los que sienten que en el Uruguay no se puede vivir, los que sufren el miedo , sienten mucho miedo y mucho odio!
El miedo al otro; el odio al otro, desestabiliza, alimenta a los grandes intereses, a los que sí están muy lejos en la escala social, lejos del pobre y lejos de la clase media, muy lejos...
Y si el síndrome es peligroso, porque Doña Florinda, seguro va a votar al Señor Barriga.
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